Muchos consumidores decidimos el coche que nos compramos en función de nuestros gustos y confianza en una marca, la estética, el precio… Pero también es muy importante, y cada vez más, el consumo y, aunque no para todos, las emisiones. El usuario decide en gran parte en función de los gastos que le vaya a suponer un coche u otro, mantenimiento, precios de los talleres, diesel o gasolina ¡y que gasta!. O si contamina más o menos. No es lo mismo un vehículo que consuma 4,5 litros de media en carretera que uno que consuma dos-tres litros más. En los años de vida, a veces muy larga, son muchos litros y, sobre todo, es mucho dinero. Y muchas emisiones…
Por eso indigna que en los últimos estudios sobre la fiabilidad de los datos de consumo que ofrecen los fabricantes de coches a sus clientes se haya conocido que en muchos casos están muy poco ajustados a la realidad. Vamos, que nos engañan: dicen que consumen menos, en algunos casos, bastante menos que la realidad.
Las grandes marcas, Mercedes, Audi, BMW y General Motors rebajan los consumos entre un 25 y un 30%, aunque los que menos nos engañan, Peugeot-Citroën, Renault y Toyota, tampoco es que afinen mucho: se desvían un 15%. Es decir, que un usuario que compre un coche determinado pensando en que consume “poco”, se puede encontrar con un extra de unos 300 euros anuales de media por ese desvío. En 10 años, 3.000 euros.
En un estudio “paralelo” de diferentes asociaciones de consumidores europeas, entre ellas la española OCU, se ha detectado que incluso hay consumos que pueden llegar a tener más diferencias: del 47%, como es el caso del Toyotya Yaris híbrido, es decir, que casi consume el doble de lo que nos dicen oficialmente.
El Parlamento Europeo ya ha decidido que el test que mide los consumos debería modificarse y entrar en vigor en 2017, pero algunos gobiernos no quieren que sea tan “rápido” el cambio y pretenden llevarlo nada más y nada menos que hasta 2020. Ya sabemos, los principal es la economía, las industrias; lo de menos es que los usuarios sigamos sufriendo una engaño que menoscaba nuestro bolsillos.
Y lo que es peor: estas diferencias no son nuevas y se llevan detectando desde hace años. El problema es que en 2011 la diferencias entre los consumos reales y los que nos cuentan eran de un 10% y el año pasado subió hasta el 25% de media.
De mal en peor y nadie que parezca estar interesado en arreglarlo ni a corto ni a medio plazo. Una cosa más en la que los derechos de los consumidores están siendo atropellados.
Pues no estamos de acuerdo: hay que parar esta “publicidad falsa y engañosa” y la falta de nueva legislación sobre test, obligar a las marcas que afinen un poquito. Ellos saben perfectamente cuánto gasta sus coches.
Publicado el: 30/06/2013
Leer completo en Cadena Ser